31 DE OCTUBRE.
NOCHE DE BRUJAS
Serafín no tenía muchos amigos. Dos meses atrás sus padres habían decidido mudarse a las afueras de la ciudad y todavía no encontraba su lugar. Era el menor de seis hermanos, y había nacido doce años después del que lo precedía, o sea, cuando nadie lo esperaba. Vivía con su padre, Gustavo Iraola, su madre, Ana Inés, y Mimí, la mucama y una de sus pocas amigas. Hacía tiempo que sus hermanos se habían marchado a estudiar en lejanas universidades prestigiosas.
A Serafín lo que más le gustaba en el mundo era leer cuentos de brujas. Tenía una colección completa en su biblioteca.
—“La bruja descubrió todo y se puso furiosa” —leía en voz alta, recostado en su cama—. “Cortó las trenzas de Rapunzel y se llevó a la niña al desierto. Allí la dejó sola, para que muriera de hambre”. ¡Qué bruja malísima!
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