Prólogo
Hace ocho años vivo sin mi abuela, y no pasa un dÃa que no la recuerde. Las historias que conozco de su emoción sobre mi nacimiento siempre fueron un factor de gran orgullo para mÃ, y aún disfruto cada vez que alguien las repite como si fuera la primera vez que me entero de ellas. Durante los años que vivimos juntas siempre consideré su fortaleza digna de admiración, aun cuando no sabÃa los detalles ni la existencia de las duras travesÃas que habÃa sufrido a lo largo de su vida. HabÃa algo en ella y la historia que contaban sus ojos que, sin tener ningún tipo de información, me inspiraban una admiración absoluta. No recuerdo exactamente el momento en que pregunté por mi abuelo o alguien me mencionó a mi tÃo por primera vez, pero sà sé que en el transcurso de mi vida, la presencia de ambos fue cobrando protagonismo,